Por cierto quien tenia muy buenas relaciones con Rumania, no eran precisamente organizaciones stalinistas, sino el mismo...PCE por lo menos durante la secretaria general de Santiago Carrillo , los documentos de unos de los congresos tras la transición fueron editados en Rumania.
vamos preguntenle a don Santiago por los balnearios rumanos, tendra un monton de anecdota que comentar
Es obvio,pero bueno recordar, saber que Rumania estaba enfrentado a la URRS y que Carrillo pregono hasta en yanquilandia su antisovietismo visceral.
Me refería a Carrillo. En España el único partido prosoviético de cierta relevancia era el PCC, pero el PCE fue un partido claramnete estalinista, al menos hasta finales de los 60 cuando comprendieron que los intereses de la nomenklatura no tenían que coincidir necesariamnete con los de los dirigentes del PCE. Iniciaron entonces el camino de la socialdemocratización que debería conducir a la hegemonía de la izquierda en la transición del franquismo.
Los extraños amigos del PCE supongo que servirían para contribuir a su financiación
La corriente mayoritaria de la IV Internacional -lo que se llamaba el Secretario Unificado dirigido por el difunto Ernest Mandel- no me parece nada de sectaria. Son la gente que edita la excelente revista "Viento Sur" en España y que están detrás de la LCR francesa... Estos ni tan siquiera se consideran trotskystas en sentido estricto y forman parte de un marxismo, que no es el mío, pero que creo que cualquiera puede considerar abierto e intelectualmente potente. En España ha dado personalidades como el gran economista y buena persona Jesús Albarracín (¡que la tierra te sea leve, maestro!), Pedro Montes, Miguel Romero, Jaime Pastor... Todas personas de las que se disentirá o no, pero sanas, culturalmente ricas y luchadoras...
Otra cosa son las sectas trotskystas... No quiero ofender a nadie ni comenzar un debate sobre grupos con los que hace mucho que no me codeo y en los que supongo hay gente buena, pero conviene separar a estos de la corriente principal de la IV Internacional. De lo contrario, pobre herencia del inteligente y controvertido (gran) León...
Como ya hemos discutido bastante sobre la LCR francesa, me gustaría introducir el caso del Bloco portugués, en el que confluyen corrientes diversas, pero cuyos portavoces más conocidos están en la óribita del Secretariado Unificado de la IV.
Pego una entrevista con el portavoz del Bloco, no sea que cuando hablamos de trotskistas no estemos todos hablando de lo mismo.
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"Creo que si un partido no es capaz de plantearse como referencia en los debates políticos nacionales, principalmente por su capacidad de iniciativa, va al fracaso"
Francisco Louça (Bloque de Izquierdas)
Los pasados días 2 y 3 de junio se celebró en Lisboa la 5ª Convención Nacional del Bloque de Izquierdas. Desde su creación en 1999, esta organización unitaria de la izquierda anticapitalista en Portugal se ha consolidado fuertemente e implantado en el país, convirtiéndose hoy en una fuerza significativa que cuenta con 4.200 militantes, una presencia activa en las luchas y los movimientos sociales, así como 350 electos/as locales y 8 parlamentarios nacionales. El pasado 7 de julio, nos hemos entrevistado con Francisco Louça, candidato del Bloque en las elecciones presidenciales de enero de 2005 (5,3% de votos) y portavoz de esta organización.
El Bloque de Izquierdas es un partido pluralista de la izquierda socialista. ¿Cómo se define en relación al núcleo duro del programa socialista, en el sentido fuerte del término, es decir a la socialización de los grandes medios de producción, de distribución, de crédito, etc. ? ¿Cómo abordáis la cuestión clave de la propiedad en vuestro programa ? ¿Es posible refundar una izquierda anticapitalista sin tomar claramente posición sobre esta cuestión?
Francisco Louça. Cuando se formó el Bloque, hace ocho años, hicimos una opción política que sigo creyendo válida : crear nuestro partido sobre la base de las confrontaciones políticas que definían nuestra intervención y no de una cohesión ideológica a priori. Hemos reunido así tradiciones muy diferentes, salidas del Partido Comunista, de las corrientes maoístas o marxista-revolucionaria (trotskistas), así como de los movimientos sociales independientes. La posibilidad de construir este reagrupamiento, en una situación muy defensiva, implicaba que fuéramos capaces de formular propuestas políticas y de tener un impacto en la sociedad. No hemos, pues, comenzado por discutir un programa de referencia histórica, sino un programa de intervención política.
Nos hemos definido como socialistas un poco después de nuestra fundación, esto en un doble sentido : en primer lugar, rechazando el “socialismo real” (el estalinismo, las experiencias de la URSS, de los países del Este y de China), luego reivindicándonos de la lucha anticapitalista, contra la experiencia socialdemócrata y su versión social-liberal actual. En este sentido, defendemos la idea de la propiedad colectiva. Pero lo que es verdaderamente importante, en particular para las organizaciones que han seguido el camino de pequeños grupos minoritarios, es encontrar el medio de expresar ideas políticas que disputan la influencia en las masas. Por tanto, hemos traducido nuestras ideas socialistas en propuestas concretas, muy ligadas a las modalidades de la vida política en Portugal. Por ejemplo, hemos propuesto recientemente la socialización de los servicios del agua, de la energía, etc., y una de nuestras principales campañas de este año gira alrededor de la defensa, de la modernización y de la transformación del Servicio Nacional de Salud. Esto nos permite concretar nuestra perspectiva de socialización sobre la base de necesidades sociales y de luchas concretas.
Leyendo la resolución mayoritaria de vuestro congreso de junio, se nota una diferencia bastante clara entre la forma en que abordáis las cuestiones sociales y las cuestiones medioambientales. Sobre las primeras, planteáis reivindicaciones defensivas –rechazo de las privatizaciones, defensa de una seguridad social que responda a las necesidades de todas y todos, etc.-, es decir un programa antiliberal, compatible con una perspectiva keynesiana de la izquierda. Sobre las segundas, indicáis que no se puede responder a un problema tan grave como el desarregle climático sin poner en cuestión la lógica misma del capitalismo. Me parece que vuestro planteamiento se hace aquí más radical, incluso en las formulaciones elegidas. ¿No hay ahí una tensión entre un programa social mínimo, que corresponde a la defensa de objetivos “posibles “ -el término es por otra parte utilizado en varias ocasiones- y la necesidad de una ruptura fuerte con el capitalismo, principalmente en lo referido a las cuestiones ecológicas?
Sobre todas las cuestiones, la única estrategia coherente, es la ruptura con el capitalismo. No compartimos una perspectiva keynesiana de izquierdas, porque es una perspectiva de mercado, que tuvo una base material en los sistemas capitalistas de después de la Segunda Guerra Mundial, pero que no es ya posible hoy. Defendemos por el contrario que la izquierda, nuestra izquierda al menos, está obligada a disputar la conciencia y la capacidad de acción de la gente sin limitarse a hacer propaganda por el socialismo. En realidad, la idea según la cual la única alternativa práctica sería el socialismo, que no puede ser un objetivo inmediato, produce una perturbación en el pensamiento de izquierdas. Para luchar, hay que reivindicar todo, y sin embargo… todo no es posible. ¡Hay que romper ese espejo loco !
Si el objetivo central de las burguesías europeas, al menos de la burguesía portuguesa, es suprimir una parte del salario indirecto de los trabajadores/as y apropiarse de una renta sobre la masa fiscal, sobre la parte socializada del Estado, esto nos impone defender los servicios públicos como un asunto democrático de nuestra responsabilidad colectiva, y ganar a la mayoría de la población para un objetivo así. ¡Este combate no es defensivo ! Es lo más ofensivo que se pueda contemplar, puesto que presentando propuestas concretas, y por tanto posibles, la gente puede ver que son aplicables. Es lo que hacemos en el terreno de la salud o de la seguridad social. Por ejemplo, frente a la mayor iniciativa de este gobierno de mayoría socialista, la reforma de la seguridad social, hemos sido el único partido en presentar una alternativa concreta en términos de modo de financiación, el papel de la fiscalidad o del reparto entre generaciones. Esto nos ha dado un impacto muy importante, porque todo el mundo podía comprender que el único argumento de los partidarios de una liberalización de la seguridad social –que es la única alternativa viable- era erróneo. Hay que disputar claramente esos terrenos.
Dicho esto, nuestro congreso ha desarrollado una posición de fondo más programática sobre la cuestión del medio ambiente, centrada en las perturbaciones climáticas, sin duda porque era la primera vez que lo hacíamos. Nos era preciso explicar por qué las soluciones de mercado, “a la Gore”, conducen a un callejón sin salida desde el punto de vista de la transformación de las costumbres de consumo, de las formas de producción, del reparto de las riquezas, de las relaciones Norte-Sur, etc., es la razón de que hayamos elegido una tonalidad más educativa.
Durante estos 20 a 25 últimos años, los resultados acumulativos de las políticas neoliberales, las del capitalismo “realmente existente”, han producido una regresión social cuyos efectos han sido profundos en la conciencia de clase. Se puede así constatar un reflujo general de las solidaridades en beneficio del “sálvese quien pueda” individual, que traduce un dominio creciente de la ideología burguesa… Amplios sectores de la sociedad están más dispersos que nunca y sufren de lleno la ofensiva material e ideológica del capital. Esta situación favorece la multiplicación de divisiones en cascada, entre activos y parados, poseedores de un contrato de trabajo de duración indefinida y precarios, nacionales e inmigrantes, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, etc… Este debilitamiento general de las capacidades de resistencia marca una degradación cualitativa de las correlaciones de fuerza. En un contexto así, resistir duraderamente implica no sólo reunir al movimiento social alrededor de objetivos antiliberales, sino también reconstruirle, lo que supone la redefinición de un horizonte de transformación social radical: lo que podría significar el socialismo para el movimiento obrero de antes de la Segunda Guerra mundial… ¿Qué piensas de todo esto?
Me parece que la izquierda no tiene una respuesta muy completa a esta cuestión, porque la única respuesta posible deberá basarse en la experiencia social, la creación de nuevas tradiciones de lucha. Pero creo que hay dos elementos de respuesta. En primer lugar, la capacidad de iniciativa política ; luego, la organización de nuevas redes sociales, de nuevas formas de intervención social. Creo que la clave de la estrategia de la izquierda socialista es retomar la iniciativa y la ofensiva, allí donde es posible, y guardar siempre esta orientación. Respeto mucho a los núcleos militantes y la tradición de la izquierda radical europea, pero creo que si un partido no es capaz de plantearse como referencia en los debates políticos nacionales, principalmente por su capacidad de iniciativa, va al fracaso. Es absolutamente necesario construir esta capacidad de acción política de referencia.
Doy dos ejemplos de nuestra historia. El Bloque se formó en 1999, en un momento en que, a pesar de la marea en ascenso del liberalismo, del individualismo y de la privatización de la conciencia, Portugal conoció un movimiento bastante excepcional de solidaridad con el pueblo de Timor, no aún independiente, bajo la presión militar de Indonesia : una huelga nacional, manifestaciones de calle durante días enteros, por tanto una movilización que no respondía a intereses materiales. ¿Cómo una tal capacidad de compromiso y de iniciativa fue posible en un clima globalmente defensivo ? La respuesta es política : ciertas tensiones pueden permitir iniciativas importante sobre temas concretos. Por otra parte, muy recientemente, hemos ganado un referéndum sobre el aborto con una mayoría del 60% a favor de una de las leyes más avanzadas de Europa, y esto en un país muy católico, en el que el peso de la Iglesia sobre el aparato político es muy fuerte. Esto se explica por la capacidad de iniciativa de los partidarios de la despenalización. Hemos podido dividir el centro y la derecha, atraer a diputados/as de derechas a la onda del movimiento, y esto sobre un tema clave : ¿cómo se puede continuar encarcelando a mujeres por haber abortado ? Esto ha cambiado completamente los datos del debate político. Hay pues que desconfiar de las actitudes aparentemente muy radicales, pero que desembocan en realidad en el atentismo, porque nada parece posible. No, muchas cosas son posibles…, a condición de hacer opciones y de crear una correlación de fuerzas tomando la iniciativa allí donde son practicables avances.
En el fondo, creo que tienes razón. Hay que contemplar una reorganización profunda del movimiento social del siglo XXI. En efecto, los precarios serán difícilmente organizados por los sindicatos. Hay que crear otros tipos de redes y de organizaciones sociales. Tenemos algunas experiencias en la materia. Por ejemplo, hemos reunido una marcha por el empleo, hace un año, que ha recorrido el país. Había dos o tres mítines públicos por día, a veces con muchos trabajadores y trabajadoras. Los asalariados/as de empresas a punto de quebrar o amenazadas de cierre tomaban contacto con nosotros. Hemos tomado este problema muy en serio, porque hay más o menos un 10% de parados/as en Portugal. Y los trabajadores/as no ven alternativa, porque es difícil. Sin embargo, en algunos casos, hemos obtenido resultados significativos. Militantes del Bloque de Izquierdas dirigen la comisión obrera de una de las fábricas más importantes del país, la Volkswagen, en el sur de Lisboa, que cuenta con algunos miles de trabajadores. Aquí, los asalariados/as han aceptado renunciar a aumentos salariales para que algunas centenas de precarios entre ellos/ellas sean integrados a la empresa. Esto ha reforzado la confianza en soluciones solidarias, en un contexto extremadamente defensivo.
Al final del siglo XX, el movimiento altermundialista ha representado un elemento de ruptura en el plano de las ideas. Se ha visto así aparecer una nueva forma de internacionalismo. Dicho esto, la dificultad de este movimiento para enganchar con movilizaciones sociales de envergadura muestra también algunos de sus límites. Vuestro documento de congreso señala dos ejemplos europeos –las movilizaciones de la juventud contra el CPE en Francia o de los/as estudiantes griegos contra las reformas de Bolonia –que no habrían sido concebibles sin el precedente del movimiento altermundialista. Pero tales ejemplos son aún limitados. Sin movilizaciones sociales de envergadura, ¿no ves tú el peligro de que el altermundialismo gire sobre sí mismo, mutándose sus manifestaciones y foros en rituales sin desprender las capacidades de iniciativa social indispensables para una contraofensiva?
Ese peligro existe. Pero el altermundialismo ha tenido sin embargo un éxito impresionante mostrándose capaz de organizar un movimiento internacional contra la guerra sobre la base de nuevas formas de organización muy atractivas y productivas. Ha permitido la expresión de un movimiento de masas de millones de personas, un factor decisivo para comenzar a afrontar al imperialismo y la guerra. Dicho esto, tienes razón, encuentra una verdadera dificultad para organizar amplios sectores sociales. En Portugal, el altermundialismo ha sido mucho más importante como laboratorio de ideas que como capacidad de organización y de iniciativa. Ha habido dos foros sociales portugueses, pero muy restringidos : el primero lo era ciertamente un poco menos, gracias al compromiso de la central sindical en una línea de reagrupamiento unitario, pero el segundo se ha limitado a unos centenares de personas, debido a la voluntad de control obsesiva del Partido Comunista sobre el conjunto del proceso, que ha disuadido a numerosas organizaciones sociales de tomar parte en él. Esta crispación ha afectado a la capacidad de intervención autónoma del movimiento altermundialista en Portugal. Por tanto, los foros sociales, en tanto que movimientos organizados, no han tenido ningún peso en Portugal.
Si el movimiento antiguerra internacional ha sido una consecuencia espectacular del movimiento altermundialista, se ha dirigido ante todo contra el imperialismo estadounidense y la política de guerra sin fin de George W. Bush. ¿No ha alimentado ilusiones sobre el carácter pacífico de los imperialismos europeos ? Vuestro último congreso ha criticado todo apoyo a la intervención de tropas europeas –de Portugal y de otros países- en Afganistán. ¿Qué piensas del giro de la mayoría de Rifondazione en Italia en favor de la prosecución de las intervenciones militares de países miembros de la OTAN, con tal de que hayan estado aprobadas por la ONU, principalmente en Afganistán o, en otro contexto, en el Líbano ?
Es cierto que el movimiento antiguerra se ha desarrollado contra el imperialismo estadounidense y británico. Evidentemente las posiciones de Chirac y de Schroeder han alimentado ilusiones. Pero creo que esta división del frente imperialista ha sido también producto de la movilización de las opiniones públicas contra la guerra. Es pues también un éxito el haber paralizado la capacidad de unificación de los diferentes imperialismos alrededor del superimperialismo estadounidense. Dicho esto, hay hoy evidentemente debates políticos importantes. En Italia, creo que Rifondazione tiene un doble lenguaje : en el gobierno, acepta la intervención imperialista en Afganistán, mientras que en el Partido de la Izquierda Europea, aprueba resoluciones en favor de la retirada de todas las tropas de Afganistán. Y este doble lenguaje se encuentra en Italia : no se puede participar en una manifestación contra la extensión de una base americana y luego, unos días después, votar a favor del mismo proyecto. La gente entiende que hay ahí una contradicción y eso ha creado un problema entre Rifondazione y el movimiento antiguerra. Y sin embargo, el papel de Rifondazione era muy importante a la cabeza del movimiento antiguerra y era uno de sus puntos fuertes en 2003-2004. Hay un déficit que conduce a una situación muy peligrosa, porque un partido político debe ser muy claro sobre sus objetivos, en particular sobre la guerra y la paz, que son cuestiones decisivas en la vida de los pueblos. La mejor tradición del movimiento socialista es clara sobre esto, desde Jaurès a Rosa Luxemburg. No hay política de izquierdas que no sea clara en su oposición a la guerra, al militarismo y al imperialismo.
El Bloque de Izquierdas es un reagrupamiento de la izquierda socialista antiliberal, pero sin el Partido Comunista Portugués (PCP). Sin embargo, a nivel europeo, el Bloque pertenece al Partido de la Izquierda Europea, dominado por las fuerzas surgidas del “movimiento comunista”. ¿Cómo explicas que el PCP haya seguido un camino separado del Bloque, y que vuestros documentos apenas le hagan referencia?
El Bloque se ha construido en oposición a la política liberal, por tanto al Partido Socialista, pero también al PCP. Representamos una tercera fuerza, alternativa por su programa y sus capacidades de iniciativa. Nuestro objetivo estratégico es reconstruir las correlaciones de fuerza en el seno de la izquierda y en la sociedad en su conjunto. En Portugal, el Partido Comunista, como en algunos otros países, representa una forma de organización de tradición estalinista, la del partido que dirige el sindicato, que organiza un movimiento de mujeres o de jóvenes. Esto no permite al sindicato representar unitariamente a los asalariados/as y restringe su capacidad de organizar a los trabajadores/as precarios, así como otras capas sociales. La fuerza social del PCP depende esencialmente de este tipo de captación partidaria del movimiento sindical. Nos ha sido necesario por tanto romper con esta concepción que debilita el movimiento popular. Es para contribuir a reconstruir sus capacidades de iniciativa, que el Bloque se ha organizado como fuerza política y social. Tenemos relaciones de confrontación, de debate, pero a veces también de convergencia con el Partido Comunista, incluso si defendemos claramente una visión alternativa. EL PCP ha sido el partido de la Unión Soviética durante toda su historia ; ahora, es el partido del Partido Comunista Chino. No es comparable a la escisión del Partido Comunista Italiano que dio nacimiento a Rifondazione Comunista.
En lo que se refiere al Partido de la Izquierda Europea, al que pertenecemos, hay que decir que los partidos comunistas europeos están divididos. El Partido de la Izquierda Europea tiene una concepción no estalinista, una concepción de apertura, de red, no una concepción de Komintern. El PCP no forma parte de él. No obedecemos al Partido de la Izquierda Europea. Ninguna de sus decisiones nos obliga. Es una red de colaboración tributaria de la voluntad de los partidos nacionales. La Alianza Roja y Verde de Dinamarca y Respect de Inglaterra están asociados a él… Los partidos comunistas que forman parte de él se han transformado un poco o mucho, mientras que el PCP intenta desarrollar una red paralela, con partidos del Este, los partidos comunistas chino, vietnamita, cubano, etc…
El Bloque de izquierdas ha obtenido un número creciente de electos/as tanto en el Parlamento nacional como en los ayuntamientos. Con 350 electos/as municipales, cuenta con cerca del 10% de sus miembros en los parlamentos. Esto no os plantea un problema, en la medida en que el peso de esos electos/as puede tender a adaptar vuestras prioridades y agendas políticas a los de esas instituciones en detrimento de las necesidades prioritarias del movimiento social. Sin hablar del impacto que los mandatos electivos pueden tener, en términos de privilegios materiales y simbólicos, ciertamente muy reducidos. ¿Cómo se organiza el Bloque para plantear alertas contra tales peligros?
Como sabes, puesto que también tenéis electos en Suiza, si un partido se presenta en unas elecciones y eso se traduce en escaños, debe ocuparlos allí donde los ha obtenido. En la democracia burguesa, todo partido de masas tendrá electos/as y la polarización política podrá traducirse en ganancias electoral, incluso si derrotas y retrocesos son inevitables. En Portugal, nuestros electos/as no reciben salarios y no participan en reuniones municipales más que una vez por semana en las grandes ciudades, y una vez por mes –incluso dos veces al año- en las pequeñas ciudades. Siguen también algunas comisiones. Los parlamentos locales tienen muy poco poder: son foros de discusión política. Tenemos también electos/as en los ejecutivos de las ciudades, designados a la proporcional. No son en general mayoritarios, salvo en una pequeña ciudad de unas 30.000 personas, cerca de Lisboa. Es cierto que el hecho de de tener estos electos/as suscita demandas de respuestas políticas a cuestiones locales. Éstas son también importantes –vivienda, transportes, servicios públicos, educación, etc. Numerosas de ellas están directamente en relación con la política financiera y presupuestaria, pero también con la organización de la sociedad en el conjunto del país, lo que permite desarrollar una oposición mejor informada sobre la vida local.
Esto nos obliga a concentrar muchos esfuerzos y cuadros en las agendas municipales. Hay, en efecto, que hacer bien este trabajo intentando salir de los cuatro muros de esas asambleas para presentar a la población los motivos de las confrontaciones en curso. En el lado opuesto, el PCP se alía a menudo con la derecha para obtener puestos en el ejecutivo, porque el Partido Socialista y los partidos en el poder forman un bloque dominante. Esto explica que haya sido parte de gobiernos de la derecha y de la extrema derecha en varias grandes ciudades como Oporto, Sintra o Coimbra. Pero lo más importante, es mantener un perfil político nacional alrededor de campañas centrales. Por ejemplo, desde hace un año, hemos concentrado lo esencial de nuestras fuerzas en la marcha por el empleo confrontándonos directamente a la patronal y al gobierno, así como en la batalla por el derecho al aborto. El Bloque es ampliamente reconocido por ello.
El Bloque ha permitido fusionar corrientes políticas bastante diferentes. No solo fuerzas y generaciones nuevas, sino también de más viejas tradiciones: marxistas-leninistas, trotskistas, salidas de minorías del PC, etc. ¿Ha sido positiva esta colaboración?
No querría generalizar. Las condiciones portuguesas no son sin duda generalizables a otros países europeos. En Francia, por ejemplo, la LCR discute sobre un partido anticapitalista amplio. La experiencia de SolidaritéS en Suiza es también bastante diferente. Pero hay en común en muchas de esas experiencias y debates de la izquierda europea, la voluntad de crear marcos políticos más amplios, más ofensivos, capaces de organizar militantes sociales, de representar a la vez una izquierda política y social. La vía que hemos elegido se basa fundamentalmente en la confianza que puede crearse en el proceso de constitución de una dirección colectiva sobre la base de tareas políticas comunes. Esta confianza, hay que probarla en la intervención, en los éxitos y los fracasos, haciendo el aprendizaje de una voluntad de integración de las diferentes sensibilidades, de la búsqueda del consenso y de la cohesión. Si esto se logra, se hace posible hacer política. Hay, en efecto, una gran diferencia entre hacer propaganda, desarrollar ideas, defender un programa, incluso de una gran calidad, y ser capaz de transformar esto en arma política interesando a sectores sociales más amplios en la lucha, movilizándolos. Nuevas fuerzas vienen hacia nosotros porque tenemos convicciones, hacemos campañas, damos ejemplos de combates a llevar, debatimos nuevas formas de organizarse en la izquierda. Llegamos a miles de personas planteando centralmente las cuestiones siguientes : ¿Cómo transformar las correlaciones de fuerza actuales ? ¿dónde concentrar nuestros esfuerzos para hacer retroceder al adversario ?
La generación del post 68 ha sido formada en organizaciones políticas muy homogéneas en el plano ideológico, en el que el trabajo de reapropiación de conocimientos, de formación teórica y de elaboración ha sido muy importante, a menudo en detrimento de la capacidad de hacer política en marcos más amplios. Dicho esto, ¿cómo planteas el problema de la formación de nuevos cuadros, que no se desarrollan ya solo en la práctica de los movimientos, sino que adquieren también herramientas de análisis y una formación teórica seria?
El debate teórico y los conocimientos históricos de nuestra generación son un patrimonio inmenso. Nada habría sido posible sin esta mirada crítica sobre la historia del movimiento obrero, sin este esfuerzo por crear un marxismo vivo. Creo que un partido de izquierda socialista debe retomar y profundizar estas reflexiones. La oportunidad que tenemos, es quizá proseguir este esfuerzo en el marco de un capitalismo y de una clase obrera transformados, utilizando el marxismo para lo que es, es decir como una herramienta de trabajo. Nuestro último congreso ha decidido crear un centro de formación que se dirige, sobre todo, a militantes sociales. Sus primeros cursos comienzan ahora y tratan sobre la historia de las revoluciones del siglo pasado –Octubre, la Guerra civil de España, la China, Cuba, Vietnam, Mayo 68, la revolución portuguesa- a fin de reflexionar sobre las cuestiones estratégicas que han planteado. Comenzamos también a publicar una revista teórica. Hacemos también un esfuerzo para desarrollar nuevos medios de comunicación, visto que el papel jugado por los periódicos, hace aún algunas decenas de años, está suplantado hoy por medios interactivos. Así, nuestra web se ha desarrollado de forma espectacular, con miles de accesos diarios. Publicamos en él un dossier semanal sobre cuestiones políticas, históricas, etc., que apunta a audiencias amplias. Difundimos emisiones de radio por streaming. Queremos finalmente desarrollar una producción audiovisual –desde el clip al documental- que debería servir de base a la formación, a la discusión, así como a las campañas del Bloque. En septiembre, tendremos un fin de semana de estudio, “socialismo 2007”, para debatir de estrategia y de historia, de lucha sindical y ecologista, pero también de cuestiones culturales.
Entrevista realizada por Jean Batou para el periódico suizo “SolidaritéS”.
Traducido de la página web de Europe Solidaire Sans Frontières (
http://www.europe-solidaire.org/) el 19 de agosto de 2007
Traducción: Alberto Nadal